A título de luchar contra la corrupción, existen personas cuyo
aparente afán de protagonismo los lleva a incurrir en actos de la más pura
injusticia, sin darse cuenta del daño que causan con sus acciones, o ¿será que
sí se dan cuenta?, de ser así, no sólo se trataría de un acto de injusticia,
sino de una acción deliberada para causar daño, los autores de dichos actos lo
sabrán y en su momento tendrán que responder por ellos.
Una nota sobre Katsumi Bani Abe
Llegué al curso algo turbado; aunque conocía a varios de los
compañeros, era mi primer día con ese grupo de estudiantes, entre todos los
rostros nuevos el del “japonés” llamaba la atención, no tanto por sus rasgos
orientales, como por su extensa y permanente sonrisa, que reflejaba una felicidad
inexplicable, además de una expresión de alegría, poco usual en personas
caracterizadas por su seriedad (al menos desde nuestros preconceptos). A pesar de haber llegado a Cochabamba desde
Santa Cruz, hablaba tímidamente, con un acento influido por su lengua materna:
el japonés, no obstante, tenía salidas jocosas que festejábamos con risas y una
satisfacción de espíritu, puesto que sus bromas provocaban la risa
principalmente por la ocurrencia ingeniosa que había tenido Katsumi.
Me acerqué a él, motivado por esa forma de relacionarse, carente de
cualquier atisbo de conflicto, siempre con actitud respetuosa y con oídos
atentos para lo que uno fuera a decirle o pedirle, pero además, en lo personal,
me sentía motivado por aprender los caracteres de la escritura japonesa.
Katsumi planteó de entrada y con mucha seriedad que él estaba dispuesto a
enseñarme, pero no sólo como caracteres “utilizados” como lenguaje en clave,
sino como aprendizaje formal del idioma en su totalidad; acepté en principio,
sin embargo, pronto cometí un error y los caracteres aparecieron en mis
cuadernos en la forma equivocada, Katsumi no me lo reprochó jamás, claro que,
fiel a su principio de corrección y seriedad, hasta ahí llegó mi aprendizaje
del idioma japonés, lo que me entristeció pero acepté mi error y sus
consecuencias. A pesar de ello, seguimos siendo buenos amigos hasta el día de hoy.
Yá profesionales, lejos de los tiempos de adolescencia, nos volvimos a
encontrar, me sorprendí muy gratamente al saber que había sido elegido Alcalde
de San Juan de Yapacaní, conversamos ampliamente sobre las cosas que ocurrían en
el país –y siguen ocurriendo –.
Al margen de todo el aspecto político, que, según creo, en sí mismo
causa más problemas que los que soluciona, todo gobierno, ya sea estatal, departamental,
municipal o cualquier otro nivel donde se asume liderazgo, el líder debe tener
ante todo una fuerte vocación de servicio, y la acción principal en la que se
debe concentrar su energía y esfuerzo es la Educación. Ésta fue una de las
coincidencias que compartimos con Katsumi.
Según las noticias,
recientes el Alcalde Katsumi Bani fue acusado por algunos concejales de “haber comprado un microbús usado en el 2008, que servía para el
beneficio de los estudiantes”, es decir, fue encarcelado por darle a los niños y jóvenes de su comunidad, la
oportunidad de trasladarse cómodamente a sus actividades de formación, (antes los estudiantes se trasladaban en una volqueta de basura). Esta acción injusta cometida en contra de un servidor
público ejemplar, es absolutamente reprochable, ya que se sacrifica el bien común, en este caso de la niñez y juventud, con una acción indigna e indignante.
La decisión del Honorable Alcalde de Yapacaní de dar a los
estudiantes de su comunidad condiciones dignas para trasladarse a sus actividades de formación integral, es una acción que debe ser tomada como ejemplo por cualquier
persona que ejerza funciones en el servicio público, pues aunque a algunos no les
guste, esa es una actitud de verdadero servicio, lo otro, acusar, encarcelar y
demás, es simplemente mezquindad, y no podemos darnos el lujo de tener
autoridades mezquinas, más aún cuando se trata de apoyar a la educación.
El himno del Colegio San Agustín en una de sus estrofas dice:
“[…] Juventud noble, sincera, sin desmayar
por nuestra patria tenemos que luchar
y orgullosos mañana construiremos
en Bolivia una gran nación […]”
Querido Katsumi, va nuestra admiración y sobre todo, nuestro apoyo
incondicional (desde la promoción SA-84) como amigo y hermano, sigue adelante
con tu labor de Servidor Público (con mayúsculas). La comunidad de Yapacaní te
ha demostrado su inmenso cariño, gratitud y apoyo, lo que realza nuestra
opinión sobre ti, revelando que se puede transformar la sociedad en una
sociedad de bien, con Educación.
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